Hace más de un siglo que cesó su actividad fabril el ingenio Lules. Cubrió una página importante en la historia de la industria tucumana. Al comienzo, en 1877, el francés Clodomiro Hileret (1852-1909) abrió en ese lugar una curtiembre, asociado con su compatriota Juan B. Dermit. Pero en 1879 resolvieron dejar el ramo de los cueros y dedicarse a la actividad azucarera.
LA FABRICA CERRADA. Esta fotografía de comienzos del siglo XIX registra el aspecto del edificio del ingenio, ya inactivo
Instalaron una planta fabril que, a diferencia de las otras existentes entonces en la provincia, contó desde el vamos con los modernas máquinas a vapor, traídas gracias al flamante ferrocarril. Al mismo tiempo, llevaron a cabo un vasto desmonte, para dar lugar a los cañaverales. Llamaba la atención, también, la ambiciosa ingeniería del acueducto que construyeron, así como la gran casa de dos plantas de los propietarios.
El ingenio Lules empezó a funcionar y, en 1882, Hileret -quien había comprado el año anterior la parte de su socio- podía jactarse de una producción de 75.000 arrobas de azúcar. Junto a los cañaverales, además, plantó un enorme huerto llamado "El Cafetal", que cubrió con variedades de café, chirimoyas, bananeros, mandarinas, hortalizas y legumbres, producción que vendía en Buenos Aires en cantidades significativas. En 1899, el ingenio -que los lugareños llamaban "La Bomba i’ Lules", por la toma de agua- tenía 1.200 hectáreas de caña y ocupaba el doceavo lugar, por su capacidad de producción, entre los 27 ingenios de la provincia.
Pero, cuando concluía el siglo XIX, Hileret decidió cerrar la fábrica, si bien mantuvo la caña y "El Cafetal". Es que había instalado otra planta, el enorme ingenio Santa Ana, y quería concentrar allí sus capitales y sus esfuerzos. La propiedad sería adquirida, muchos años más tarde, por los industriales Nougués, y sus cañaverales -con el nombre de "Finca Lules"- alimentaron desde entonces los trapiches del ingenio San Pablo, hasta el cierre de este.
Fuente: www.lagaceta.com.ar