martes, 27 de agosto de 2013

Deudas pendientes


Pasaron diez años de gobierno en los que Alperovich recibió los mayores ingresos económicos de la historia, más del doble del que dispusieron los gobernantes en los años de las "vacas gordas", cuando se hizo grande el país y Tucumán. Hoy la sociedad no sabe, y duda a qué manos fueron a parar esos ingentes dineros que recibió. Tucumán sigue arrodillada y sin signos de recuperación: no hay ni una industria más, ni un dique, ni un gasoducto, tampoco mayor caudal de agua o un ingenio más o una inversión equivalente, ni siquiera un electroducto importante. Para peor, de existir alguna voluntad de inversión no tendría dónde aprovisionarse de energía ni servirse de caminos, agua o gas. Apenas insignificantes y carísimas obras de vivienda, pocos miles en diez años para una población más de un millón y medio de habitantes (y varias fallidas); no erradicó definitivamente ni una villa de emergencia, al contrario, hay muchas más. No hay ni un camino rural nuevo, apenas un tramo de ruta nacional inconcluso pagado por la Nación y sólo dos obras hospitalarias financiadas por terceros, no por su gobierno, y ninguna está plenamente operativa. No defendió el patrimonio de las ciudades, destruidas y sucias como nunca e inseguras en extremos antes impensables. Las calles y la noche están dominadas por la inseguridad, la droga, la violencia y la desidia; hay amparo desde el poder al delincuente e indefensión para el ciudadano común. Las calles derrochan el agua potable en plena emergencia hídrica y, en tanto, el peso fiscal de Tucumán es uno de los más altos del mundo. Yo soy de Yerba Buena como él, donde perdió por estas razones; lo invito a recorrer la ciudad juntos, para que reconozca las enormes fallas de todo orden, hasta de higiene. Hubo un derroche de personalismo vergonzoso y de sometimiento mendicante al poder central. También hubo derroche de recursos a la hora de sus necesidades electorales, con movilizaciones y dádivas de bolsones insultantes para la dignidad; eso no lo aprendió de Alfonsín ni de su ex partido radical; humilló al ciudadano; tampoco le sirvió de nada. Le quedan dos años para ordenar su retirada, razone. Hágalo ordenadamente pensando en el sentido de trascendencia histórica que declaró al asumir, que juró y no cumplió. Se lo pido con respeto y con la honestidad moral y política que merece este reclamo.

Raúl Fernando Campero
C. Doñate 735
Yerba Buena-Tucumán